Rotura del ligamento cruzado posterior
Definición – Operación – Postoperatorio - Riesgos y complicaciones – Resultados
Rotura del ligamento cruzado posterior, definición.
La rodilla es una articulación que conecta el fémur y la tibia. El ligamento cruzado es un elemento de la rodilla que se sitúa en su cavidad y que aporta estabilidad a la articulación. Está el ligamento cruzado anterior y el ligamento cruzado posterior. Juntos constituyen el pivote de la articulación y permiten el movimiento de rotación. El ligamento cruzado posterior puede romperse después de un traumatismo y causar inestabilidad en la rodilla, pero menos que la ruptura del ligamento cruzado anterior, que es mucho más común. Es una lesión especialmente temida por los deportistas y que permite escuchar un “clic” cuando se produce. Esta lesión también se suele comparar con una banda elástica que se rompe. Cuando se rompe el ligamento cruzado, el paciente se queja de una sensación de flacidez en la rodilla y al mismo tiempo de una sensación de bloqueo. La rotura del ligamento cruzado posterior puede tener diversas consecuencias como daños importantes en los meniscos, otros ligamentos o cartílagos. La mayoría de las veces, el ligamento cruzado posterior se daña durante un impacto en la tibia o una luxación de la rodilla, como por ejemplo durante un traumatismo deportivo o un impacto bastante importante.
Por qué operar la rotura del ligamento cruzado posterior
Cuando se rompe, el ligamento cruzado posterior hace que la rodilla pierda su estabilidad, provocando que el paciente tenga una sensación de flacidez muy incómoda. Operar esta patología permite al paciente recuperar la estabilidad y remediar el dolor de ligamentos que acompaña a esta inestabilidad. Los deportistas que no deseen dejar de practicar su actividad recurrirán casi de inmediato a la cirugía del ligamento cruzado posterior. Debes saber que alrededor de 4 de cada 5 deportistas que no se operan tras este tipo de lesión y que continúan con su actividad física presentan una recurrencia al año siguiente, de ahí la necesidad de operar. Además, las luxaciones pueden ser sentidas por el deportista cuando se rompe el ligamento cruzado posterior, lo que no le permite continuar su actividad en buenas condiciones y le empuja a recurrir a la operación. La ligamentoplastia (que explicamos más adelante) puede remediar estas dislocaciones. La operación permite entonces reconstruir el sistema de pivote característico del ligamento cruzado posterior, ya que este último no se vuelve a unir con puntos, sino que se reconstruye.
Ligamentoplastia, operación del ligamento cruzado posterior
La ligamentoplastia es una operación durante la cual el ligamento cruzado posterior no se sutura. Se trata sobre todo de reconstruir este último porque no se cura por sí solo. Esta técnica quirúrgica consiste en tomar un injerto de tendón, normalmente el tendón rotuliano, del propio paciente para reparar el ligamento cruzado. También puede ser un injerto extraído de un tendón que conecta el músculo isquiotibial con la tibia. El injerto se introduce y se coloca en lugar del ligamento roto mediante dos pequeños túneles que crea el cirujano de rodilla. Luego, el injerto se fija con tornillos reabsorbibles, grapas u otros sistemas elaborados. La cirugía del ligamento cruzado posterior es un procedimiento que se realiza mediante artroscopia para evitar que la rodilla se abra. Se realiza de forma ambulatoria, dura entre 45 minutos y 1 hora y se realiza bajo anestesia general o regional. La cirugía del ligamento cruzado debe ir seguida de rehabilitación, lo cual es fundamental para que la operación sea un éxito.
Rehabilitación postoperatoria y regreso a las actividades
Después de la cirugía del ligamento cruzado posterior de la rodilla, es necesaria la rehabilitación. Además, es esta rehabilitación la que le permitirá aprovechar todos los beneficios de la operación. Se inicia en el propio hospital la mayor parte de las veces con un fisioterapeuta y se debe continuar una vez finalizadas las sesiones hospitalarias, ya sea con un fisioterapeuta privado o en un centro de rehabilitación especializado. Además, se recomienda el uso de férulas o muletas durante las tres semanas posteriores a la operación y se deben respetar las consultas de control tras la operación. La férula se retira aproximadamente a las 3 semanas y se puede considerar la conducción aproximadamente 30 días después de la operación. A partir de la cuarta semana se pueden retomar deportes suaves como la natación y el ciclismo, al igual que la actividad profesional si se está sentado. El trabajo físico se puede reanudar después de sólo tres meses. La vuelta al deporte se produce entre el sexto y el duodécimo mes, dependiendo del éxito de la rehabilitación. Los especialistas observan una mayor recurrencia en pacientes menores de veinte años. Durante esta rehabilitación entran en juego diversos factores para que el paciente recupere plenamente la movilidad de su rodilla: la curación, el cumplimiento de las instrucciones de rehabilitación, pero sobre todo la paciencia que debe demostrar.
Riesgos y complicaciones de la ligamentoplastia
Las complicaciones de la ligamentoplastia son raras. Pueden ir desde hematomas que se resuelven por sí solos hasta flebitis que puede aparecer a pesar del uso de medias de compresión. Para limitar la flebitis, que es la formación de un coágulo de sangre, se prescribe al paciente un tratamiento anticoagulante además de medias de compresión. Más raramente, puede ocurrir rigidez de las articulaciones, recurrencia de la rotura o infección de la cicatriz. Esta infección provoca fiebre, escalofríos y drenaje de la cicatriz, y requiere más cirugía para limpiar la herida.
Resultados esperados de la cirugía del ligamento cruzado posterior
La operación del ligamento cruzado posterior debería permitir desbloquear la articulación y desaparecer el dolor provocado por la rigidez. Asimismo, el paciente puede esperar la desaparición de la sensación de inestabilidad y la recuperación de sus habilidades motoras. Aunque puede producirse una nueva rotura, el paciente puede esperar de esta operación una recuperación de su fuerza muscular y, en general, el 90% de los pacientes operados del ligamento cruzado posterior recuperan satisfactoriamente la estabilidad de la rodilla y las funciones motoras y musculares.
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